miércoles, 26 de octubre de 2011

Venganza + Vanidad = La Guerra de Troya

Hola a tod@s!!! Hoy os quiero hablar sobre el mito de la Manzana de la Discordia y el famoso Juicio de Paris, que según la leyenda desencadenaron la Guerra de Troya.
LAS BODAS DE TETIS Y PELEO
Los padres de Aquiles, la nereida Tetis (divinidad marina) y el mortal Peleo, rey de los Mirmidones, celebraron una gran fiesta con motivo de sus nupcias, a la que estaban invitadas todas las divinidades, grandes y pequeñas. Invitaron a todas excepto a una, Érides, diosa de la Discordia, por temor a que su presencia turbara la armonía y la cordialidad de la fiesta.

Las nupcias de Tetis y Pelo, HendrikClerck, 1606-09
Bodas de Tetis y Peleo, Abraham Bloemaert, 1638
LA MANZANA DE LA DISCORDIA
Molesta por la desconsideración que tuvieron con ella, Érides decidió vengarse. Conocedora del poder de la vanidad femenina, a la que no escapan ni siquiera las diosas, tuvo la idea de lanzar sobre la mesa rodeada de comensales una manzana de oro con la inscripción: “¡Para la más hermosa!”. Y ocurrió lo que había previsto: las mujeres más próximas a la manzana se lanzaron hacia ella para intentar coger el fruto que valía una corona, un premio a la belleza.

Bodas de Tetis y Peleo, Jordaens, 1636
La manzana provocó una gran disputa en la que tuvo que intervenir el mismísimo Zeus (Júpiter). En ella estaban implicadas Hera (esposa de Zeus, Juno en Roma), Atenea (hija de Zeus, Minerva en Roma) y Afrodita (diosa del amor y considerada por muchos la más hermosa, Venus en Roma). Zeus consideró imposible tomar una decisión sin que las dos perdedoras se marcharan enojadas con él, así que con la ayuda del mensajero de los dioses, Hermes (Mercurio), trazaron un plan.
EL JUICIO DE PARIS
Paris, Van Dyck, 1632
Hermes conocía a un pastor joven y hermoso llamado Paris, un príncipe de Troya, que había sido criado como pastor a raíz de una profecía, según la cual sería el causante de la caída de Troya.
Hermes nombró al muchacho juez en la disputa. Educado en la inocencia de la vida pastoril, ignorando la perniciosa influencia del ambiente palatino, lleno de intrigas, y no conociendo otro sentimiento que el de la justicia, Paris pronunciaría su fallo y Zeus eludiría toda responsabilidad.
Hermes entregó la manzana a Paris y condujo al monte de Ida, lugar donde se erigiría el tribunal, a las tres “candidatas”, Hera, Atenea y Afrodita. El dios mensajero presentó a las tres diosas sin revelar sus respectivos nombres para no influir en el veredicto.
El joven pastor quedó sorprendido ante la hermosura de las tres divinidades: Hera descendió de su carro tirado por dos pavos reales, Atenea apareció vestida de guerrera con un rostro tranquilo y triunfante y Afrodita se presentó desnuda, con su cabello dorado y sin ningún adorno a parte de su preciosa sonrisa.

El Juicio de Paris, Rubens, 1639

Se produjeron muchos intentos de soborno: Hera le prometió tierras y riqueza, ser el soberano de toda Asia; Atenea le ofreció sabiduría y la victoria en los campos de batalla y Afrodita prometió recompensarle con el amor de la mujer más bella.
Finalmente Paris decidió entregarle la manzana a Afrodita, la cual le recompensó con lo prometido. Hera y Atenea se alejaron proclamando venganza hacia Paris.
Juicio de Paris, Watteau, s XVIII
Lo que muchos no saben es que Paris estaba casado con Enone, hija del dios-río Eneo, que más tarde se vengaría de la traición de Paris.
El Juicio de Paris es una tema muy recurrente en la Historia del Arte, y lo podemos ver representado en obras que abarcan desde la cerámica griega hasta el s. XXI. A continuación vamos a ver unos cuantos ejemplos con las diosas y Paris como protagonistas pero que varían dependiendo de la época y del autor.

El Juicio de Paris, vaso griego, s.V a.C.
El Juicio de Paris, mosaico romano, circa 500 d.C.

El Juicio de Paris, Boticelli, 1485

El Juicio de Paris, Cranach el Viejo, 1512-14 
El Juicio de Paris, Wtewael, s.XVI
El Juicio de Paris, Rubens, 1600
El Juicio de Paris, Rubens, 1632-35

El Juicio de Paris, Jaques-Clement Wagrez, s.XIX

El Juicio de Paris, Dalí, 1950


El Juicio de Paris, Mingote, 1994

El Juicio de Paris, Charles Bell, s.XX

EL RAPTO DE HELENA Y LA GUERRA DE TROYA

Helena, Fantin Latour, 1892
La decisión de Paris trajo graves consecuencias para su pueblo, ya que la hermosa mujer que entregó Afrodita al joven príncipe era Helena (hija de Leda y Zeus, recordáis), la esposa del rey de Esparta, Menelao. Enviado a hacer tratos diplomáticos a Esparta, Paris se enamoró de Helena y, con la ayuda de Afrodita, la raptó o la sedujo (dependiendo de quién lo cuente), y la llevó de regreso a Troya como esposa, por lo que todos los reyes y príncipes de Grecia fueron llamados a cumplir su juramento y recuperarla. Algunas fuentes indican que Helena no fue bien recibida en Troya, otras dicen que casi todos los hombres se enamoraron de ella debido a su belleza divina y que fue ésta la causante de los males que sufrió la ciudad.

Venus induce a Helena el amor por Paris, Kauffmann, 1790
El amor de Paris y Helena, David, 1788

Rapto de Helena, vaso griego

El Rapto de Helena, sepulcro romano


El Rapto de Helena, fresco veneciano


El Rapto de Helena, Primaticcio, 1530

Rapto de Helena, Guido Reni, s. XVI-XVII
Las fuentes que nos describen la Guerra de Troya son La Iliada de Homero y La Eneida de Virgilio. Los dioses tomaron partido en uno y otro bando y controlaron los destinos de los guerreros: Atenea, Hera o Poseidon ayudaron a los griegos y Afrodita o Apolo a los troyanos. En Troya lucharon los mejores y más grandes guerreros de la época: Héctor, Aquiles, Ulises, Áyax, Néstor, etc. Troya se vio sitiada durante casi diez años, hasta que Ulises urdió un plan para entrar en la ciudad sin ser vistos: el famoso caballo de Troya. La ciudad fue finalmente saqueada e incendiada.
El caballo de Troya, fresco romano
Tras la caída de Troya, Paris, que resultó herido, volvió arrepentido con su esposa Enone, que aunque experta en las artes medicinales se negó a curarlo, así que el joven príncipe murió, mientras que Menelao fue al encuentro de su esposa con la intención de cumplir su propósito de venganza, pero la visión de su belleza lo paralizó, y volvió con ella a Esparta, donde ambos llevaron en lo sucesivo una plácida existencia.
En el arte la guerra de Troya se representó con frecuencia en la pintura de los vasos griegos; el arte renacentista y barroco recurrió a ella en pocas ocasiones y volvió a hacerse popular en el período neoclásico, a finales del s. XVIII.

Muerte de Héctor por Aquiles, Rubens, s.XVII

Héctor conducido a Troya, sepulcro romano

El caballo de Troya, Lovis Corinth, 1924


El incendio de Troya, Collantes, s XVI-XVII

LA VERDAD SOBRE LA GUERRA DE TROYA
Homero recopiló hacia el siglo VIII a.C. los relatos de una tradición oral que cantaba las gestas de una guerra que enfrentó a la ciudad de Troya con una coalición de estados griegos. Una guerra que había ocurrido cinco siglos antes y que fue la última gesta de una civilización poderosa cuyo rastro desaparecería de la Historia poco después hasta que hace poco más de un siglo se reencontró.
El incendio de Troya, Alessandro Tiarini, 1577
En 1870 un comerciante alemán invirtió parte de su cuantiosa fortuna en demostrar que la guerra de Troya no era la fantasía de un poeta. Schliemann viajó a Turquía y exploró la costa de los Dardanelos (en el noroeste de la península de Anatolia) con La Ilíada en la mano, siguiendo fielmente las indicaciones que dio Homero sobre el emplazamiento de la ciudad y dedujo que ésta sólo podía hallarse en la colina de Hissarlik; compró la colina y comenzó a excavar.
La gente se rió de él hasta que consiguió cambiar el curso de la Historia descubriendo y desenterrando las imponentes ruinas de Troya. Después viajó a Grecia donde desenterró Micenas, Tirinto y otros lugares considerados hasta entonces "fantasías de Homero", y sólo su muerte en 1890 le impidió descubrir y desenterrar Cnossos en Creta.
Sin embargo, la obra de Homero, como toda obra literaria, no es estrictamente "histórica" en sus detalles, ya que, si bien se apoya en un hecho real, es evidente que la historia de la guerra está enormemente adornada por un montón de dioses que se pasean ayudando a unos y otros e interviniendo directamente en la lucha y personajes que, como Ulises o Helena y demás son hoy fruto de acalorado debate sobre si son personajes históricos o "extras" añadidos por Homero para darle más color a la obra.
Sea como fuere, el trasfondo que cuenta y canta Homero es real. Existió una ciudad llamada Troya, existió una cultura griega micénica, y existió una guerra. Puede que la causa de la guerra no fuera que la princesa griega Helena dejara plantado a su marido el rey Menelao, hermano del gran rey Agamenón y se fugara con Paris a Troya. Lo más probable es que los griegos se cansaran del monopolio comercial que ejercía Troya en el único acceso posible al mar Negro y decidieran solventar esa cuestión comercial a hachazos.
A continuación voy a dejaros un documental que explica mucho mejor que yo lo que fue la Guerra de Troya, las ruinas encontradas por Schliemann, etc. Tiene 7 partes pero no es muy largo.











Bien, ¿qué os parece, pensáis que podría librarse una guerra por amor o que en realidad el problema fue simplemente político y comercial? La verdad es que me gusta mucho más la opción del mito, ya se libran muchas guerras por política y dinero, no creéis?? Además el amor es lo que tendría que mover el mundo, no la política.
Por cierto, ¿¿¿no encontráis cierta similitud entre la historia de la manzana de la discordia y la película de Disney, La Bella Durmiente??? En la peli los reyes invitaron a las hadas a la fiesta en honor al nacimiento de la princesa Aurora, a todas excepto a una, Maléfica, que irrumpió en el castillo molesta por no haber sido invitada, y lanzó a la princesa una maldición.
Bueno, ¿qué nos ha enseñado este mito? Que las mujeres siempre tenemos la culpa de todo: según los mitos y leyendas somos vengativas, vanidosas y adúlteras, mira, igual que en la Biblia. Como se nota que en aquella época sólo escribían los hombres. Otra cosa que hemos aprendido es que no podemos escapar de nuestro destino. Nuevamente vemos un mito en el que el protagonista intenta eludir el destino y cae en sus garras, como es el caso del rey Príamo, el padre de Paris, que intenta abandonarlo a su suerte, por la profecía que indicaba que sería el causante de la destrucción de su patria.
¿Os ha gustado este mito? Espero que si. Volveré pronto con nuevas historias con los dioses y mortales como protagonistas. Un saludo!!!

2 comentarios:

  1. Muy muy chulo!! es verdad q siempre somos las malas grrr... me a gustado tu comentario de disney jajaja la mas niña, voy a terminar siendo tu fan jajaja besos y yo te esperare con mas historias de dioses y mortales ;) Rosa.

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  2. Exelente recopilacion de imagenes, gracias.
    Una guerra es siempre mala espantosa cual fuere el motivo. Nunca hubo ninguna que no guera por motivos economicos, ni ahora tampoco

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