viernes, 8 de febrero de 2013

El impresionismo: antecedentes

Aunque los hallazgos del impresionismo francés resultaron decisivos para la pintura del siglo XX, los intentos por plasmar los efectos de la luz natural no eran nuevos. 

Vista de Delft, Jan Vermeer de Delft (1660-61)
En el siglo XVII Jan Vermeer había utilizado fuertes contrastes de luces y sombras para bañar sus lienzos de luz natural. Rubens, Rembrandt, Hals, Watteau, Fragonard, Tiziano, Rafael, Giorgione, Veronés, Tintoretto, la escuela veneciana, Ingres o Delacroix, también fueron antecedentes importantes de este movimiento pictórico.

Jardines de la Villa Médici, Velázquez (1630)
La lechera de Burdeos, Goya (1827)
Los impresionistas tomaron como referencia el color y la composición del Siglo de Oro español. Diego Velázquez y más tarde Francisco de Goya, captaron la impresión lumínica mediante la eliminación de sombras secundarias y la introducción de zonas de luz en detrimento de la nitidez de los contornos. Además su pincelada también preludió la de los impresionistas franceses. 
 
Los precursores inmediatos del impresionismo fueron los paisajistas ingleses Richard Bonintong, John Constable y J.M.W. Turner. Cuando Monet y Pissarro vieron por primera vez sus obras en 1871, se sintieron conmovidos por la atmósfera y los efectos difusos de luz.

Lluvia, vapor y velocidad, Turner (1844)
Los pintores de la Escuela de Barbizon fueron también antecedentes del movimiento impresionista francés. Treinta años antes de la primera exposición impresionista, Camille Corot, miembro circunstancial de la escuela de Barbizon, calificado en ocasiones como padre del impresionismo, interpretaba los fugaces cambios lumínicos en una serie de temas pintados a diferentes horas del día. Eugène Louis Boudin, pintor preimpresionista, maestro de Monet, enseñó a sus discípulos a expresar un sentimiento de espontaneidad en sus obras. Millet y Courbet también influyeron al impresionismo, este último los alentó a buscar su inspiración en la vida cotidiana. 

La Playa de Trouville, Boudin (1865)

La gran ola, Hokusai
El japonismo, una moda de la época, añadió su parte a través de grabados que enseñaron a los artistas una forma nueva de ver el espacio y de utilizar los colores planos, sin intentar falsificar la realidad del cuadro con la tercera dimensión. 

Por último, la fotografía fue otro enlace, aunque no esté claro si la espontaneidad de la captación del momento la aprende el Impresionismo de la fotografía o, más bien, ésta es la alumna del impresionismo.
Bailarina de Degas, 1900

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